miércoles, 28 de mayo de 2014

Manos frías.

—¿Por qué lo hago si luego voy a arrepentirme?

Era lo que se preguntaba nuestro contradictorio personaje.

—¿Por qué lo deseo tanto si me voy a arrepentir?¿Por qué quiero tanto caer en esa tentación si sé que al final me voy a sentir tan culpable que desearé nunca haberlo hecho?¿Por qué volveré hacerlo una y otra vez después de esto?¿Por qué volveré a arrepentirme una y otra vez después de eso? Es todo un maldito circulo vicioso.

En su mente sabia muy bien que en ello descansaba su necesidad de sentirse amado. Ya había perdido la cuanta de cuantos habían sido sus compañeros de insomnio. E intentaba, al menos, recordar el nombre de alguno de ellos. Para él tan solo eran rostros bellos con manos frías. Y que en aquel momentos era solo que requería.

—¿Es qué puedo seguir así?

Sus ojos verdes se ocultaban detrás de unas largas pestañas de un castaño claro y que, al presionarlas con fuerza, intentaban impedir que algunas gotitas saladas cayeran de ellos. Los abrió solo para contemplar un segundo a ese extraño muchacho que se reflejaba delante de él, «Por suerte los espejos no reflejan el alma» pensó quitando la vista de aquel hermoso ser con apariencia amigable.

Sabia también que algo en él debía cambiar, pero solo no lo lograría. Así, como estaba, no lo lograría jamas.Y con eso en mente abandonó la habitación. Esa noche, nuevamente, no quería estar solo.