miércoles, 12 de febrero de 2014

Te elijo a tí.

Y allí estaba él, parado enfrentando la realidad que menos le gustaba. Pensaba que todo aquello podría haber sido un sueño, pero no, jamas lo fue. Y hoy él sentía asco de si mismo. Un sentimiento que le volvería al pecho cada vez que su mente reviviese lo sucedido.

Cada beso dado, cada caricia atrevida que recibió debajo de sus ropas, cada palabra creída, hoy le daban asco. Pensaba en todos los momentos en los que estuvieron a punto de llegar amas, tan solo por ser incapaz de decir que no. Por todo esto y mas, hoy se asqueaba de si mismo.

Sus grandes ojos verdes contemplaban su reflejo en aquel espejo. «¿Por qué lloras?» -se preguntaba- «Si ya lo sabias, eras pura diversión para él. Mentiste y te creyó. Quisiste aparentar mas de lo que eras y así termino. Él estaba por ella, siempre fue así y vos lo sabias. Si tu mismo le preguntabas como es que estaba ella, esperando aquella respuesta que jamas llego, haciéndote el compresivo».

Dorian posó sus dos manos sobre su estomago y presiono con fuerza. Sabía muy bien que lo sucedido no habría jamas de salir de sus boca. No tendría amigos que contarles su historia ni familia capaz de escucharle. No le entenderían y tal vez hasta le juzgarían.

Dorian Gottfridt no se gustaría ya jamas, guardaría para sí un secreto repugnante y una sensación imborrable. También sabia que no habría de escuchar nunca el «Te elijo a tí» que tanto deseaba.


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